Compartimento lateral rodilla y ecografia
08-12-2025-Tempo Formación
Seguimos avanzando en nuestro viaje por la rodilla. Ya pasamos por el compartimento anterior, exploramos el medial… y ahora llega el turno del lateral. Una zona menos explorada, pero con un potencial clínico enorme.
Nos volvemos a apoyar en el artículo "Enhancing knee imaging via histology and anatomy-driven high-resolution musculoskeletal ultrasound" de Giorgio Tamborrini et al., que nos guía con una mirada quirúrgicamente precisa y anatómicamente deliciosa.
La exploración ecográfica del compartimento lateral de la rodilla exige un enfoque sistemático, donde cada movimiento de la sonda debe ir acompañado de una comprensión clara de la anatomía. Se comienza en orientación longitudinal, identificando primero los puntos de referencia óseos: desde el fémur en su parte proximal hasta la tibia distal. A partir de ahí, la sonda se desplaza ligeramente en sentido posterior, en dirección al peroné, para seguir el recorrido natural de las estructuras laterales.
Para obtener una visualización óptima, la posición ideal de la rodilla es con una flexión de entre 20 y 30 grados, acompañada de una leve rotación interna de la pierna. Este ajuste sutil facilita el acceso ecográfico y mejora la nitidez de las imágenes, especialmente en planos más profundos.
La evaluación inicial se centra en dos estructuras clave: el cóndilo femoral lateral y la meseta tibial lateral. Entre ambos se analiza la cavidad articular femorotibial, buscando signos de derrame o alteraciones capsulares.
Un punto anatómico fundamental es el recorrido de la cápsula articular lateral, que discurre en estrecha relación con el aparato ligamentoso hasta llegar a la inserción de la banda iliotibial (ITB) en la tuberosidad de Gerdy. Esta prominencia ósea se ubica justo en la zona anterolateral de la epífisis tibial, y sirve como referencia constante durante la exploración ecográfica.
Desde el epicóndilo femoral lateral emerge una estructura que cada vez cobra más protagonismo en la literatura: el ligamento anterolateral (ALL). Este ligamento se distingue claramente por su trayecto anteroinferior, insertándose entre la cabeza del peroné y la tuberosidad de Gerdy, justo por debajo del platillo tibial lateral.
Rodilla lateral. Imágenes histológicas (A), anatómicas (B) y ecografías longitudinales (C–E). Ilustraciones con la posición de la sonda en plano longitudinal suprarrotuliano (F–G).
En C, se muestra el eje largo de la banda iliotibial distal (ITB) en su inserción en la tuberosidad de Gerdy.
En D, la parte distal de la sonda permanece casi fija, mientras que la parte proximal se rota cerca de la inserción del ligamento colateral lateral, para visualizar una fina estructura ligamentosa: el ligamento anterolateral (ALL).
E. Imagen longitudinal con campo de visión extendido de la parte distal lateral del muslo y la parte proximal de la pierna.
lm – menisco lateral.
La organización del compartimento lateral es muy distinta a la del medial, y eso se nota, sobre todo, en los recesos parameniscales. A diferencia del lado interno, aquí los recesos superior e inferior tienden a estar más expandidos. ¿La razón? Están recubiertos por tejido graso, lo que les da una apariencia más amplia y móvil en la ecografía. Además, el ligamento colateral lateral (LCL) se encuentra más profundo, y no tan superficial como su homólogo medial, lo que cambia por completo la forma de abordarlo.
Evaluar el menisco lateral, tanto en reposo como en movimiento, es fundamental. Un punto clave para orientarte es la arteria geniculada inferior lateral, que discurre justo en el borde externo del menisco. Es una referencia fiable y fácil de localizar en la imagen ecográfica.
El LCL aparece como una estructura extraarticular, bien definida y con un patrón fibrilar nítido, que lo hace inconfundible. Se origina en el cóndilo femoral lateral y se dirige hacia la cabeza del peroné, donde se conecta con el tendón distal del bíceps femoral (BT). Esta relación anatómica puede variar según el paciente, pero en la mayoría de los casos, el tendón del bíceps rodea al LCL, formando una especie de túnel que los une funcionalmente.
Rodilla lateral. Corte histológico (A) y ecografías (B, C). Ilustraciones con la posición de la sonda en plano longitudinal suprarrotuliano (D–E).
En B, el transductor se coloca sobre el eje largo del ligamento colateral lateral (LCL). Se observa que el tendón distal del bíceps (DBT) se bifurca justo proximal a su inserción, de modo que una porción queda superficial y la otra profunda con respecto al ligamento. Esta es una apariencia normal.
En C, al rotar el transductor 90° desde la posición de la imagen B, se visualiza el eje largo proximal del tendón del poplíteo.
lm – menisco lateral; hc – cartílago hialino.
La relación anatómica entre el ligamento colateral lateral (LCL) y el tendón del bíceps femoral (BT) es mucho más compleja de lo que parece a simple vista. Entre ambos puede existir incluso una pequeña bursa interpuesta, lo que añade variabilidad a su aspecto ecográfico. El tendón del bíceps, compuesto por las cabezas larga y corta, puede mostrar hasta cinco patrones distintos de interacción con el LCL:
- Tipo I (el más común): el LCL pasa entre el brazo anterior y el brazo directo de la cabeza larga.
- Tipo II: el brazo anterior de la cabeza larga se une directamente al LCL.
- Tipo III: el LCL y el BT forman un tendón conjunto.
- Tipo IV: el LCL queda por delante del bíceps.
- Tipo V: el LCL se sitúa por detrás del brazo directo del bíceps.
En este mismo territorio aparece otro actor clave: el músculo poplíteo. Una estructura única por su ubicación: intracapsular pero extrasinovial. Se origina en la fosa poplítea del fémur y su tendón se inserta en el surco poplíteo femoral. Justo debajo de este tendón suele visualizarse un pequeño receso sinovial, con una fina capa de líquido anecoico que, en condiciones normales, no debe alarmarnos.
Ese mismo líquido puede verse en el receso lateral, otra estructura que forma parte del paisaje fisiológico del compartimento lateral. Y si se explora con atención, también puede identificarse el receso subpoplíteo, con su forma característica en "C": nace en la línea articular femorotibial lateral, rodea el cóndilo femoral y termina justo en el surco poplíteo.
Con esto, cerramos nuestra exploración del compartimento lateral de la rodilla. Hemos visto cómo cada estructura —desde el LCL hasta el tendón del bíceps, pasando por el poplíteo y los recesos laterales— se convierte en una pista más dentro del rompecabezas clínico que enfrentamos cada día.
Lo más interesante es que, cuando entiendes bien la anatomía y sabes manejar la sonda con intención, lo que antes era una imagen confusa se transforma en una historia que el cuerpo te está contando. Y ahí es donde la ecografía se convierte en una herramienta verdaderamente poderosa.
Pero esto todavía no ha terminado.
Nos queda una última parada para completar el mapa ecográfico de la rodilla. Y sí, es una zona que guarda algunas de las sorpresas más interesantes.

