Compartimento medial de la rodilla, anatomía y ecografía
13-09-2025-Tempo Formación
Tras haber recorrido capa por capa el compartimento anterior de la rodilla, es momento de girar la sonda y nuestra atención hacia el compartimento medial.
Siguiendo el enfoque propuesto por Tamborrini et al., en el artículo Enhancing knee imaging via histology and anatomy-driven high-resolution musculoskeletal ultrasound esta exploración se fundamenta en una comprensión profunda de la anatomía e histología, permitiendo interpretar correctamente cada imagen y evitar errores diagnósticos. La clave está en mantener una secuencia sistemática y rigurosa, donde cada estructura tenga su momento de análisis.
Explorar el compartimento medial de la rodilla es como activar el Modo Detective de Batman: requiere atención al detalle, observación aguda y la capacidad de ver más allá de lo evidente. Empecemos.
La evaluación ecográfica de las estructuras mediales de la rodilla se inicia con un plano longitudinal, utilizando el fémur (proximal) y la tibia (distal) como referencias óseas clave. A partir de ahí, el estudio progresa en tres fases: una evaluación inicial con la rodilla en extensión, seguida de una segunda fase en flexión, y finalmente, una exploración dinámica. Esta última puede realizarse con el paciente en decúbito supino o en posición lateral.
La rodilla se explora en planos transversales y longitudinales con el paciente en posición supina, la cadera en posición neutra y la pierna en rotación externa. Los principales puntos óseos de referencia incluyen el cóndilo femoral medial, la rótula y la tibia.
Dentro de las estructuras evaluadas se encuentran:
- Cavidad articular femorotibial medial
- Ligamento colateral medial (LCM), en sus capas superficial y profunda
- Bursa del LCM
- Retináculo rotuliano medial
- Ligamentos meniscofemoral y meniscotibial
- Menisco medial
- Recesos parameniscales superior e inferior
- Tendones de la pata de ganso
- Inserción del músculo semimembranoso
- Nervio safeno (ubicado medial al músculo grácil)
Para una visualización óptima de estas estructuras, se recomienda colocar al paciente con la rodilla en ligera flexión (20–30°), apoyada sobre una almohada. Esta posición mejora la visibilidad de los recesos parameniscales medial superior e inferior.
La valoración del menisco medial permite identificar su estructura fibrocartilaginosa compleja y sus importantes conexiones ligamentosas. Está anclado mediante dos inserciones específicas: el ligamento meniscotibial (MTL), que lo conecta con la tibia, y el ligamento meniscofemoral (MFL), que se extiende hacia el fémur. Aunque ambos ligamentos están relacionados con las capas profundas del LCM, conservan una identidad anatómica diferenciada.

Rodilla medial. Imagen histológica (A), anatómica (B) y ecografías (C–F). Ilustraciones con la posición de la sonda en plano longitudinal suprarrotuliano (G–H).
En B, puede identificarse la arteria genicular medial inferior entre la tibia y el ligamento colateral medial (LCM).
C–E. Vista longitudinal del LCM en tres imágenes ecográficas secuenciales, desde proximal (C) hasta distal (E).
En D se observan los ligamentos meniscofemoral (LMF) y meniscotibial (LMT), ambos conectados al menisco medial (MM).
En E, la porción distal del LCM es cruzada superficialmente por el complejo de la pata de ganso.
F. Imagen panorámica longitudinal de la región medial de la rodilla.
sa – tendón del sartorio; gr – tendón del grácil; st – tendón del semitendinoso; hc – cartílago hialino.
El LCM, por su parte, presenta una organización en capas bien definida. Tanto su componente superficial como el profundo se observan como láminas fibrilares regulares, separadas por una región hipoecoica que contiene tejido conectivo laxo y grasa. En algunas ocasiones puede visualizarse una bursa entre ambas capas (bursa del LCM), aunque en condiciones normales suele ser imperceptible.
El examen del LCM sigue su recorrido desde el origen femoral hasta su inserción tibial. La capa superficial se conecta proximalmente con la parte anterior del tendón del semimembranoso y se inserta distalmente a nivel de la metáfisis tibial. Adyacente a él se encuentra el ligamento oblicuo posterior (POL), visible entre el tendón del gastrocnemio medial y el borde posterior del LCM. Este ligamento presenta tres componentes: superficial, central y capsular, todos con origen en el tubérculo aductor del fémur. La porción superficial se extiende hacia la tibia proximal, en conjunto con la inserción distal del semimembranoso.
El tendón del semimembranoso cumple funciones múltiples: no solo participa en la estabilización dinámica, sino que además proporciona una ventana acústica clave para la evaluación del cuerno posterior del menisco medial. Antes de fusionarse anteriormente con la porción posterior del LCM, este tendón se ramifica, y su extensión central constituye el componente más prominente del POL, contribuyendo a la fijación del menisco posteromedial y su integración con la cápsula articular posteromedial.
En la región más anterior del compartimento medial se localiza el complejo de la pata de ganso, que se presenta por delante de la inserción distal del LCM. Esta aponeurosis está formada por los tendones del sartorio, grácil y semitendinoso, los cuales convergen en la metáfisis tibial medial.
Entre las zonas de inserción del LCM se encuentra un espacio conocido como “túnel tibial”, que alberga estructuras neurovasculares: una arteria, venas acompañantes y la rama infrarrotuliana del nervio safeno, que es una rama terminal del nervio femoral.
En condiciones normales, no se visualizan las bursas anserinas superficial ni profunda, ya que su presencia ecográfica suele estar limitada a contextos patológicos. Afortunadamente, las inflamaciones en esta región son poco frecuentes.
La exploración ecográfica del compartimento medial de la rodilla nos invita a una evaluación meticulosa y estratégica, donde cada estructura desempeña un papel clave en la biomecánica y clínica de esta articulación.
Pero esto aún no termina. Nos quedan dos territorios por explorar: el compartimento lateral, con su propio conjunto de estructuras y desafíos técnicos, y el compartimento posterior, ese rincón oscuro y profundo de la rodilla donde las imágenes a veces requieren más paciencia que habilidad.
Así que, si este viaje te pareció revelador, prepárate: lo mejor todavía está por venir.
Bibliografía:
1.Enhancing knee imaging via histology and anatomy-driven high-resolution musculoskeletal ultrasound. Giorgio Tamborrini et al