Compartimento posterior cadera y ecografía
27-08-2025-Tempo Formación
Tras haber surcado las aguas del compartimento anterior y escalado los relieves del compartimento lateral, nos adentramos ahora en el terreno menos explorado, pero no menos relevante: el compartimento posterior de la cadera. Esta región, frecuentemente olvidada en las valoraciones iniciales, desempeña un papel clave en el diagnóstico diferencial del dolor glúteo, radicular o de origen profundo.
Explorar esta zona es como adentrarse en las profundidades del Batimóvil: solo con las herramientas adecuadas, buena iluminación y un plan claro, se puede navegar con precisión entre sus componentes esenciales sin caer en la confusión ni pasar por alto detalles críticos.
Con esta publicación, iniciamos el análisis del compartimento posterior desde la perspectiva de la normalidad ecográfica, como paso fundamental antes de abordar sus patologías más frecuentes.
Anatomía
La exploración ecográfica del compartimento posterior de la cadera se realiza principalmente para evaluar la patología tendinosa de los isquiotibiales. No obstante, también se deben valorar otras estructuras relevantes como el espacio isquiofemoral —especialmente en contextos de pinzamiento—, el nervio ciático y las bursas.
Para esta evaluación, el paciente se coloca en decúbito prono sobre la camilla de exploración. En algunos casos, puede ser necesario flexionar la rodilla para facilitar los movimientos de rotación interna y externa, lo cual es particularmente útil durante la valoración del pinzamiento isquiofemoral.
La estructura más superficial que encontramos en la región posterior de la cadera es el músculo glúteo mayor. Justo por debajo de este se sitúa el espacio glúteo profundo, una región anatómica de gran complejidad. Este espacio está delimitado anteriormente por el cuello femoral, la cápsula articular y el acetábulo posterior; inferiormente por la tuberosidad isquiática y el origen común de los isquiotibiales; medialmente por la fascia sacrotuberal y la fascia falciforme; lateralmente por la línea áspera y el trocánter mayor; y superiormente por el margen inferior de la escotadura ciática mayor.
Durante la exploración ecográfica, tanto la tuberosidad isquiática como el trocánter mayor se identifican fácilmente como referencias óseas clave. Dentro de este espacio encontramos el piriforme, gemelo superior, obturador interno, gemelo inferior y cuadrado femoral, así como tejido adiposo y múltiples estructuras neurovasculares, destacando entre ellas el nervio ciático, cuyo trayecto debe ser cuidadosamente evaluado.
El tendon común isquiotibial tiene su origen en la tuberosidad isquiática. Los tendones del bíceps femoral y del semitendinoso se insertan juntos en la cara posteromedial, formando el denominado tendón conjunto, mientras que el tendón del semimembranoso se inserta de forma anterolateral.
Distalmente a este punto de inserción, aproximadamente en el tercio proximal del fémur, se desplazan hacia una posición superficial respecto al tendón del semimembranoso, para finalmente acabar situándose lateralmente.
Una estructura adicional que no debe pasar desapercibida es el tendón del aductor mayor. Este se considera funcionalmente un "mini-isquiotibial", ya que presenta un origen isquiocondral y, tanto desde el punto de vista funcional como en la imagen ecográfica, resulta indistinguible de los verdaderos tendones isquiotibiales.
Tendones proximales normales de los isquiotibiales en ecografía. Ilustración gráfica (A) que muestra la posición normal del transductor y las imágenes ecográficas en eje corto equivalentes a nivel de la tuberosidad isquiática (IT) (B) y del muslo proximal (C).
(> Las cabezas de flecha indican el tendón conjunto, las flechas el nervio ciático, las flechas curvas el tendón del semimembranoso, st-m representa el músculo semitendinoso, am el músculo aductor mayor, y bf el tendón del bíceps femoral).
La visibilidad de las estructuras del compartimento posterior de la cadera mediante ecografía varía en función del hábito corporal del paciente y la profundidad de los tejidos blandos. Un punto de referencia anatómico útil en este abordaje es el pliegue glúteo, que permite una localización inicial precisa.
Los tendones isquiotibiales se identifican, en corte transversal, como estructuras hipoecoicas ovaladas, situadas superficialmente respecto a la corteza hiperecogénica de la tuberosidad isquiática. En corte longitudinal, adoptan la forma de una estructura corta, estriada e hiperecogénica, que se continúa con el vientre muscular correspondiente.
En ese mismo corte transversal, el nervio ciático aparece como una estructura hiperecogénica con patrón en panal de abeja, y se localiza de forma característica lateral a los tendones isquiotibiales. Su correcta identificación es esencial para evitar confusiones con otras estructuras neurovasculares profundas y para evaluar posibles causas de atrapamiento o irritación.
La evaluación ecográfica del espacio isquiofemoral se realiza habitualmente a nivel del músculo cuadrado femoral. Para ello, la sonda debe desplazarse ligeramente en dirección craneal y lateral desde la tuberosidad isquiática, hasta visualizar claramente el espacio isquiofemoral, el músculo cuadrado femoral interpuesto, y el nervio ciático.
Espacio isquiofemoral normal. La ilustración gráfica (A) muestra la posición normal del transductor para la evaluación del espacio isquiofemoral. La imagen ecográfica en eje corto (B) muestra el aspecto sonográfico normal de dicho espacio.
(qf – músculo cuadrado femoral; cabeza de flecha – nervio ciático)
Como has visto, la exploración ecográfica del compartimento posterior de la cadera requiere conocimiento anatómico detallado, buen control técnico y un enfoque sistemático. No se trata solo de saber dónde colocar la sonda, sino de entender qué estamos viendo, por qué lo vemos así y cómo puede eso cambiar la vida del paciente.
Recorrer esta región profunda es como internarse en los pasillos secretos de Hogwarts: a simple vista, parece todo oscuro y confuso, pero con la luz adecuada (y una buena dosis de práctica) aparecen pasadizos, conexiones y estructuras que pueden explicar gran parte del dolor que el paciente siente pero que no sabe de dónde viene. La clave está en no pasar por alto nada… ni siquiera lo que parece invisible.
En la próxima publicación, nos adentraremos en las patologías más frecuentes de este compartimento, incluyendo las temidas lesiones proximales de los isquiotibiales y el desafiante impingement isquiofemoral, dos entidades que, al igual que un buen giro argumental en una película de Nolan, pueden cambiar por completo el diagnóstico si sabes dónde mirar.